Plutón no es más un planeta, ahora es un planeta enano.

Ahora –desde 2006– hay tres categorías, dos de ellas con nombres y definiciones algo ambiguas, para clasificar los cuerpos del Sistema Solar que no son satélites de otros: hay planetas, planetas enanos y cuerpos menores del Sistema Solar.
Al menos ahora hay definiciones.
Planetas son aquellos cuerpos celestes –que no son satélites– que giran alrededor del Sol, que son lo suficientemente grandes como para ser –aproximadamente– esféricos y que han limpiado su órbita de otros objetos: Urano, Tierra, Júpiter, Mercurio, Neptuno, Venus y Saturno. Los planetas enanos son como planetas que no limpiaron su órbita de otros objetos: giran alrededor del Sol y son aproximadamente esféricos. El resto de los objetos que son como planetas enanos pero que no son esféricos –o sea los que solo giran alrededor del Sol– son los cuerpos menores del Sistema Solar.
Hay pequeñas cuestiones con esto de qué significa limpiar su órbita o qué tan esféricos tienen que ser los planetas enanos para no ser considerados cuerpos menores del Sistema Solar. También está el tema de que los planetas enanos no son planetas, aunque el título de planeta enano tiene la palabra planeta en su nombre.
Al menos se avanzó un poco.
Es una buena práctica distinguir las diferencias entre varias cosas para meterlas en bolsitas distintas –categorizarlas– según qué características –no– comparten. Quizás, por ejemplo, objetos del Sistema Solar medio parecidos comparten orígines similares y eso puede dar pistas sobre cómo llegamos a donde estamos. Otra cosa es olvidarse que las categorías –las bolsitas– no hacen al objeto y se pueden llamar planeta, como se pueden llamar Paula o Patricio.
Como dice el poema de Borges:
«Si el nombre es el reflejo de la cosa
como decía el griego en el Cratilo,
en las letras de “rosa” está la rosa
y todo el Nilo en la palabra “nilo”.»
— Jorge Luis Borges