La cosmología actual se basa en un principio un poco extraño, el Principio Cosmológico: a grandes escalas el Universo es homogéneo, que tiene una consecuencia más rara todavía: no importa dónde alguien se encuentre en él, para cualquier lugar hacia donde mire todo va a ser bastante parecido –como cuando uno está en un barco en el medio del mar y sin tierra a la vista–. La homogeneidad a grandes escalas pone de alguna forma un límite al tamaño de las estructuras en el Universo. Encontrar una estructura muy grande haría que deje de ser cierto que es lo mismo ver en cualquier dirección; que es justamente lo que parece haber ocurrido: hace un par de meses se descubrió lo que parece ser la estructura más grande del universo.
La estructura es lo que se conoce como un gran grupo de quásares –LQC, por sus siglas en inglés–. Los quásares son objetos relativamente raros. Al ser muy brillantes, se conocen bastantes y estos grupos no son nada nuevo. Lo sorprendente de este nuevo grupo es su longitud: cuatro mil millones de años luz: un tercio del diámetro del Universo. Su volumen, además, es un treinta por ciento más grande de lo que debería poder observarse en una estructura de este tipo.
Los científicos hacen preguntas, elaboran teorías y prueban si funcionan al observar experimentos diseñados por ellos o por la naturaleza. Si la teoría parece funcionar, buscan preguntas nuevas y, generalmente, más profundas para hacerle a sus teorías para así seguirlas probando y puliendo. Este proceso nunca se detiene y, a pesar de que en la vida cotidiana se suele asumir que la ciencia está llena de certezas, la realidad es todo lo contrario; como decía Bertrand Russell: aunque parezca paradójico, las ciencias exactas están dominadas por la idea de la aproximación.
La aproximación más fundamental en las teorías son los principios, cosas que parecen funcionar y suelen tener muy buenas justificaciones, pero que son propensas a ser un reflejo de prejuicios de los científicos. Por más fundamentos que tengan, la naturaleza no es lo que los científicos –o cualquier persona– quieren que sea y todo el tiempo trae sorpresas.
Este descubrimiento no significa tirar todas las teorías cosmológicas y empezar de nuevo. Aquí entran en juego reglas estadísticas, y que haya un caso excepcional no implica una tendencia. Pueden aparecer nuevas observaciones que refuten las de ahora o alguien que encuentre un error en la lógica que se utilizó para este trabajo.
Por el otro lado, siempre es bienvenido encontrase que las teorías no sirven y arrancar otra vez desde el principio. Después de todo, así funciona la ciencia y es precisamente en esos momentos cuando los avances más increíbles y significativos ocurren.