El día de la primavera es un día sagrado. Se hace 21 de septiembre y, de repente, de golpe, empieza el calorcito, el clima primaveral. Es un día de borracheras y fiestas, en casas, plazas y playas. Al mismo tiempo, es el día del estudiante, así que la justificación para borracheras y fiestas es doble —y el día es el doble de sagrado—. Encima, la primavera nunca empieza el 21 de septiembre.

—¿Cómo que no? Está en el calendario, es el veintiuno. Está arreglado así.
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