Decir que se apreciará el evento desde Argentina es algo delicado: a duras penas se verá algo desde la Patagonia –mejor entre más al suroeste–, durante los últimos minutos del día; si no se tiene ningún edificio o árbol que tape el ocaso, claro. En esta zona privilegiada, apenas se observará un eclipse parcial. Lamentablemente habrá que esperar hasta el 2017, para un eclipse anular, o al 2019 y 2020, para eclipses totales.
Como decía algún libro medio viejo de astronomía: los eclipses de Sol son eventos lo suficientemente raros como para fascinarnos cada vez que los presenciamos, pero lo suficientemente comunes para poder ver varios en nuestra vida. Por cuestiones geométricas de la cinemática de la Tierra y la Luna alrededor del Sol –es decir, por cómo se mueven la Luna y la Tierra alrededor del Sol– hay un promedio de dos eclipses solares y dos lunares por año. Sin embargo, se dice que los eclipses de Sol son más raros porque en los mejores casos se pueden ver como totales o anulares en una pequeña franja de unos ciento cincuenta kilómetros de ancho y como parciales en una franja de alrededor de cinco mil kilómetros de ancho; por el otro lado, los de Luna se pueden observar en medio planeta.
Los eclipses solares –y los lunares–, de raro, no tienen nada.
Mejor que tratar de ver un eclipse que no se va a ver, recomiendo esperar con pochoclos un fin del mundo que no va a ser fin del mundo.